Nazarenos y Cirineos (por Jesús Jaime, párroco de Alcañiz)

En marzo de 2005, cuando celebramos el 50 Aniversario de la HERMANDAD DE JESUS NAZARENO os invité a mirar la imagen de Jesús Nazareno de nuestro paso titular y os confesaba que hay  en ella dos rasgos que me han  impresionado hondamente siempre que la miro: la mirada de Jesús y sus manos.



Sigue cautivándome esa mirada profunda y acogedora,  que quiere expresarme con sus ojos, sin palabras: “no temas, yo estoy contigo. Te llevo en mi corazón. Te quiero incondicionalmente”.  Igualmente me  sobrecoge esa mano tendida y abierta del Nazareno. En esa mano por la que pasa un amor tan grande es dulce abandonar nuestro corazón, especialmente cuando  sufre y tiene miedo. Y, al hacerlo, uno experimenta una profunda paz.

En esta ocasión quiero fijarme en otro aspecto: en lo que significa acompañar en procesión a nuestra imagen titular, pues la procesión simboliza y expresa la propia vida. Es verdad que cada uno vive la procesión de un modo especial y dándole un sentido muy personal. Si juntáramos esas vivencias completaríamos una riquísima gama de significados que tiene toda procesión. Os ofrezco la mía.

El próximo miércoles Santo, cientos de “nazarenos” acompañaremos al Nazareno por nuestras calles de Alcañiz. El Nazareno y “los nazarenos” recorriendo Alcañiz. Y  pienso que si cada nazareno que acompaña a Jesús de Nazaret fuéramos capaces de hacer nuestra su gran  pasión, nuestra sociedad, nuestro mundo, sería distinto. Su  gran pasión no es otra sino hacer la vida más  humana, digna y dichosa.  El Nazareno se siente impulsado por Dios a promover la vida: “yo he venido para que las gentes tengan vida y vida en abundancia” (Jn 10,10).  Y es que seguir a Jesús  es vivir haciendo la vida más humana.

Estoy plenamente convencido de que “los hermanos nazarenos” (todos los cofrades, todos los hermanos,  todos los cristianos) necesitamos volver  Jesús de Nazaret y hacer nuestro su estilo concreto de vivir. Nuestro reto hoy es hacernos seguidores de Jesús. Es una decisión que lo cambia todo. Es creer  en lo que él creyó, dar importancia a lo que la daba él, interesarnos por lo que él se interesó, defender la causa que él defendió, mirar a las personas como las miraba él, acercarnos a los que sufren como  él se acercaba, sufrir por lo que él sufrió, confiar en el Padre como confiaba él, enfrentarnos a la vida y a la muerte con la esperanza con la que él se enfrentó.

Es verdad que cada uno sigue a Jesús de forma diferente, pero todos necesitamos acercarnos al Jesús narrado en los evangelios, del que vamos conociendo las grandes actitudes que vivió y que hemos de interiorizar siempre sus seguidores. De esta forma vamos junto a Él y tras Él, siguiendo sus huellas, la noche del miércoles santo y cada día de nuestra vida.

También estoy convencido que necesitamos hoy,  en nuestra sociedad, en nuestro mundo, muchos cirineos que “echen una mano”, que ayuden a sobrellevar aquellas cruces que no hayamos podido eliminar y que son impuestas cruelmente en los hombros de tantos hombres y mujeres.

No conocemos la reacción de aquel hombre, que ha pasado a la historia con el nombre de su procedencia, el Cirineo  (de Cirene). Quizá su reacción fuese negativa al principio. Pero después algo de misterioso debió de acontecer en su corazón para abrirse a Cristo, ya que el Evangelio de Marcos habla de dos hijos suyos, Alejandro y Rufo (15, 21) como personas importantes en la primera comunidad cristiana.

Hermanos nazarenos, la procesión no termina cuando se cierran las puertas del templo. Hagamos nuestro el estilo de vida de Jesús; hagamos nuestra la actitud del Cirineo y sepamos arrimar el hombro a tantas personas que necesitan nuestra ayuda.

Jesús Jaime, párroco de Alcañiz