Hermano Mayor de Honor 2019 [ José Luis Díaz Argüelles]

José Luis Díaz Argüelles nació el 21 de febrero de 1954, en la aldea de Gradura, concejo de Teverga (Asturias) y falleció en Alcañiz el pasado 31 de Mayo de 2018.

Alcañizano adoptivo por derecho propio, miembro de la Junta de nuestra hermandad tras coger el testigo de su mujer Ana en 2011, colaborador incansable de la Semana Santa. Hasta el final de sus días tuvo a nuestra hermandad en su pensamiento.

En el folleto sólo pudimos poner un extracto de lo que su hermana Chol y su mujer Ana escribieron sobre él. Aquí os ponemos los textos completos. Gracias por unas palabras que sabemos fue difícil escribir.

Escrito por su hermana Chol:
José Luis Díaz Argüelles (familiarmente Luis), sus padres  José e Inés, era el cuarto de cuatro hermanos: Ramón, Mario y Consuelo (familiarmente Chol). Nació el 21 de febrero de 1.954, en la aldea de Gradura concejo de Teverga (Asturias).
Para situarnos en el mapa el concejo de Teverga está en la parte Sur de Asturias, lindando con León, se compone de 33 pueblos o aldeas. Su principal actividad estuvo ceñida a las minas de carbón, de propiedad privada, trabajo no apreciado en general por la población, debido a los frecuentes accidentes y las enfermedades pulmonares. Uno de sus propietarios fue la familia Argüelles, de la que Luis formó parte. Además como complemento a la mina se desarrolla la agricultura y ganadería, ambas muy limitadas por lo agreste del terreno que dificulta la utilización de maquinaria agrícola.
La escuela durante el inicio de su aprendizaje estaba en el pueblo de al lado (Prado), a dos kilómetros, allí cursó la enseñanza primaria, más tarde, para hacer el bachiller, se incorporó al colegio de San Pedro, situado también en Teverga. Se trata de un templo romano del siglo XI, famoso porque tiene dos cadáveres momificados que corresponden al Marqués de Valdecarzana y su hijo Pedro de Miranda, ambos repudiados por el pueblo por las atrocidades que cometieron en vida, actualmente ya no es centro de enseñanza.
En el Concejo, al estar cerradas las minas, hoy  mayormente se vive del turismo rural, hospedajes, gastronomía, un parque prehistórico, se practica escalada en una zona de peñas, etc.
Con 15 años Luis se trasladó a Oviedo con otros dos hermanos y, por interés propio, eligió aprender un oficio incorporándose a la “Academia de Soldadura Enrique Colunga”, en la que con notable éxito, no sólo obtuvo varios diplomas en “soldadura eléctrica y oxicorte”, sino que continuó en la misma como “monitor” por el gran empeño del dueño al ver que era un alumno muy destacado, allí pasó un tiempo hasta que se percató que sus alumnos se incorporaban a empresas, (normalmente de montajes) en las que obtenían ingresos superiores a los que él percibía.
A partir de esta etapa de aprendizaje empieza a trabajar como soldador en la empresa Montajes Nervión. Siempre fue muy independiente y empezó a viajar, tenía gran facilidad para hacer amistades y eso unido a lo trabajador y comprometido que fue siempre, era muy querido lo mismo por sus compañeros, aún conservaba amigos de la época, como  por las propias empresas.
Durante un tiempo estuvo trabajando en Kosovo, las  empresas tenían gran interés en él, motivo por el que nunca le faltaba trabajo.
Que recordemos sólo tenía pereza para escribir, Correos con él no tenía futuro, nos comunicábamos por cartas y la contestación se hacía siempre de rogar.
En lo personal se atrevía con todo, cambiaba de imagen (pelo largo, barba, camisas de flores, etc.), así que cuando aparecía por Oviedo, José e Inés ponían el “grito en el cielo” (eran unos padres muy muy clásicos), pero poco a poco se fueron reciclando y lo importante era verlo en casa, el atuendo pasó a un segundo lugar. Siempre que venía la visita al “pueblin” y su entorno era obligada, disfrutaba de todo lo que vivió en su infancia, demostraba un gran interés y conocimiento sobre la agricultura y ganadería, destacando el hecho de que conocía la situación y características de las fincas familiares con una precisión que superaba a la de sus hermanos.
Por citar una anécdota entre tantas…. cuando le avisaron para el Servicio Militar (lo hacían personalmente) él ya estaba fuera de Asturias y el mensajero se personó en casa preguntando por José Díaz,  y claro… José padre dijo: “soy yo” y la respuesta de mensajero fue: ¡no, Vd. no es! José padre: ¿Cómo que no?, ¿a mi me lo vas a decir?, lo dos llevaban razón, se aclaró todo rápido y nos reímos mogollón. Quiero recordar que la “mili”, hizo una parte en Valladolid. Era de la quinta del 75, y estuvo en el Sahara, en la Marcha Verde, siempre le gustó el riesgo y las emociones fuertes.
Estamos convencidos que el mejor acierto en su largo recorrido por distintas ciudades del país  (Bilbao, Valencia, Badajoz, etc.) y también Kosovo ya citado,  fue su trabajo en la Central Térmica  de Andorra (Teruel), allí conoció a la que fue su mujer Ana y formaron una familia entrañable, cariñosa, como pocas. Alcañíz y sus gentes fueron para él muy importantes.
Desde esa tan querida tierra por él, donde descansa, nos envía fuerzas para que todos sigamos unidos, a pesar de la distancia que nos separa.
 Escrito por su mujer Ana:

Hace aproximadamente ocho años José entro en la Junta del Nazareno y, desde entonces, todas las Semana Santas, cualquiera que fuese su ubicación en el año, él, como buen previsor de todo que era, organizaba unos días antes su faena en el campo para poder disponer de todo el tiempo preciso para su sentida Semana Santa, comenzando por limpiar con sus amigos Antonio y Julio los pasos del Nazareno.
Empezó como portante del Nazareno y recuerdo sus primeras palabras al terminar la procesión: “Esto, al menos, una vez en la vida habría que llevarlo”.
Continuó como cetrillero en su adorada banda de tambores.  Cuántos ensayos ha disfrutado con su hijo Diego, con quien al terminar cada uno de ellos, siempre le decía todo lo que había pensado para el siguiente ensayo, siempre con proyectos pulidos y nuevos.
Y llegado el día del asturiano, su noche, la del Nazareno, siempre llenaba sus bolsillos de agujas, imperdibles, mosquetones y esparadrapo. ¡Siempre pensando en que nada podía fallar!
Y a Diego, su hijo, año tras año le colocaba la gala del timbal y juntos, mano a mano, unidos por un mismo pensamiento y sentimiento, se dirigían a tomar el café esa noche, su esperada y deseada noche.
Y mientras ese café era consumido sorbo a sorbo entre los colores y el barullo que esa noche adquiere nuestra bonita plaza de España, él no lo decía, pero yo sé que revisaba los pies de todos los partícipes en la procesión, porque si algo le molestaba y tenía obsesión era por el zapato negro y por las túnicas bien planchadas.
El año pasado sin fuerza, pero con el coraje que le dio la vida, quiso acercarse a ver la que él sabía su última procesión; lloró de emoción esperando la llegada de sus hijos, Cristian y Diego.
Hoy José siente también aquí, y yo lo veo en la mirada inquieta de Julia, nuestra nieta, a quien, al poco de nacer, uno de sus primeros deseos fue, como no podía ser de otra manera, hacerla de la Hermandad de Jesús Nazareno.
Unos van, otros llegan y la esencia de muchos, como la de José, siempre permanece. Él estaría orgulloso, mucho, de este nombramiento. Gracias por hacer que siga vivo.
Un asturiano digno de ser aragonés, de corazón alcañizano y sentimiento nazareno.

José, siempre en nuestros corazones.